Resiliencia Urbana


La resiliencia, al igual que la sustentabilidad, se ha convertido en un concepto de moda, usado de manera generalizada en distintas disciplinas. Sin embargo, actualmente, su importancia es vital en el desarrollo urbano y el desarrollo de políticas y capacidades de los gobiernos locales. Con esto en mente, 100 Ciudades Resilientes, una iniciativa global de la Fundación Rockefeller define resiliencia urbana como “la capacidad de individuos, comunidades, instituciones, negocios, y redes dentro de una ciudad para sobrevivir, adaptarse, y crecer sin importar los tipos de tensiones crónicas o impactos agudos que se presenten”.

América Latina es la región más urbana en el mundo (más del 80% de la población vive en ciudades) y es, a la vez, una de las regiones con mayor inequidad social y económica. Nuestras ciudades son propensas a tensiones crónicas como desempleo, violencia o desabasto de comida y agua, viviendas precarias, transporte caótico, entre otras. Son propensas también a impactos agudos como terremotos, tsunamis o ataques terroristas.

Una ciudad no resiliente se desviaría de su curso por completo a causa del impacto agudo, y su desarrollo posterior se vería afectado negativamente durante varios años. En tanto, una ciudad resiliente no solamente se recuperaría del impacto, sino que se convertiría en una mejor ciudad. La resiliencia urbana ha surgido como una vía para seguir avanzando.

La Fundación Idea es un Think Thank pionero en México y América Latina. Es una organización sin fines de lucro cuya misión es diseñar políticas públicas innovadoras que generen equidad de oportunidades para la población. Estas fundaciones son promovidas por el sector empresarial y aportan ideas y políticas para mejores sociedades. En Latinoamérica hay muy buenos ejemplos que repasaremos en siguientes ediciones. Mientras tanto, en este artículo vamos a presentar un resumen de la guía de política pública propuesta por esta fundación.

Desafíos y recomendaciones para los gobiernos regionales y locales
América Latina ha estado frecuentemente a la vanguardia en el impulso de políticas sobre sustentabilidad y mitigación de desastres. Algunos modelos de planeamiento urbano han tomado un rol protagónico, como el de Barcelona, que se enfoca en mejorar la distribución física de la ciudad a través de la reestructuración del transporte, la rehabilitación de espacios públicos y un “pensamiento creativo” e innovador. Por ejemplo, el sistema de buses de tránsito rápido –implementado por primera vez en Curitiba, Brasil– fue posteriormente adoptado por varias ciudades de la región como el TransMilenio de Bogotá o el Metropolitano de Lima.

La seguridad en los espacios públicos también es un foco común de las actuales estrategias de resiliencia en la región; en particular aquellas que padecen de violencia crónica como la nuestra. Sin embargo, hay algunos temas igual de importantes que han sido excluidos del debate local sobre la resiliencia como la vivienda, la salud, el empleo y hasta la migración.

A continuación, se muestra una serie de desafíos comunes para integrar el marco conceptual de resiliencia en la planeación urbana en América Latina. Cada desafío se alinea con recomendaciones para las autoridades locales en la región. Esta lista nopretende ser exhaustiva, pero puede encaminar a autoridades y urbanistas a tomar pasos adicionales en la creación de políticas de resiliencia para sus ciudades.

DESAFÍO A:
LA RESILIENCIA DEBE SER LOCAL.
Las respuestas al cambio climático y resiliencia en América Latina suelen venir “desde arriba,” en vez de configurarse de manera local con estrategias “desde abajo”.

Muchas de las políticas de “resiliencia” en la región se siguen enfocando solamente en impactos agudos según la agenda establecida por gobiernos nacionales que firman tratados internacionales. Pero hay otros componentes claves de la resiliencia urbana (vivienda social, empleo equitativo o suministro de alimentos) que no deben ser ignorados.

La toma de tierras es una cruda realidad latinoamericana y local, la toma indiscriminada de terrenos privados, eriazos, en cauces y en patrimonio histórico afectan directamente en la formación de suelo urbano. El típico ejemplo es el contraste de realidades entre Casuarinas con Pamplona Alta, las favelas de Rio de Janeiro o las “Villas Miseria” de Argentina . En su reporte del 2007 sobre Slums Of the World, el Observatorio Urbano Global da un promedio de 36.1 % de pueblos jóvenes o invasiones (slums) en las zonas urbanas del Perú.

• Recomendación A.1: Conocimiento local: La misma receta no sirve para todos. Ya que cada ciudad se enfrenta a distintos riesgos y vulnerabilidades, cada ciudad deberá definir su propia trayectoria de cambios.

• Recomendación A.2: Conocimiento local: Las políticas urbanas se determinan por quienes establecen la agenda, por quienes asignan fondos públicos a cuáles proyectos, por quienes deciden las prioridades, y por quienes deciden quién gana y quién pierde como resultado.

DESAFÍO B:
LA RESILIENCIA RECONOCE LOS RIESGOS
Con frecuencia, las estrategias de resiliencia y cambio climático quedan en segundo plano por quienes deciden en América Latina. El hecho de no ponderar este tema para entender los riesgos y las estrategias que existen para prevenir desastres tiene una consecuencia directa en la resiliencia urbana: las ciudades no estarán preparadas para los efectos locales del cambio climático, por ejemplo, el aumento del nivel del mar. Desde 1990 se registra a nivel mundial un incremento en el nivel del mar, acelerado por el calentamiento global y el derretimiento de grandes glaciares. Un panel de expertos de la ONU estima que para el 2100 el nivel del mar subirá más de un metro.

Hay que someter a consideración también problemas como la salud pública, la falta de vivienda asequible y la inseguridad pública, generadas por la sobrepoblación de las ciudades sin ningún control.

• Recomendación B.1: Conocer con qué se está trabajando. Existe una necesidad de datos a nivel local sobre vulnerabilidades actuales y futuras, escenarios socioeconómicos y proyecciones demográficas, impactos climáticos y de otras amenazas en el entorno urbano, así como las zonas y poblaciones con mayor vulnerabilidad.

DESAFÍO C:
LA RESILIENCIA REQUIERE PARTICIPACIÓN
Algunas ciudades en América Latina han incluido a los ciudadanos en la toma de decisiones en sus agendas locales de forma innovadora. Para que una ciudad sea inclusiva, se requiere aumentar la participación ciudadana en la planificación y gestión de esta. En marzo del 2017, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires lanzó una iniciativa en la que sus ciudadanos proponen proyectos y eligen entre ellos las mejores ideas para desarrollar con un presupuesto asignado de hasta US$500 millones, parte del total de inversión de la ciudad. Para este año, el presupuesto asignado es de US$600 millones y da la posibilidad al ciudadano de ser parte del proceso de desarrollo; la decisión final la toma el gobierno de la ciudad. Buenos Aires Elige o BA Elige es una evolución en los programas de participación ciudadana muy interesante de copiar.

Puede ver más información sobre esta iniciativa, aquí: baelige.buenosaires.gob.ar

• Recomendación C.1: Colaboración de actores clave: No trabajar a solas. Investigaciones sobre resiliencia urbana en América Latina demuestran que la labor conjunta dentro del gobierno (tanto verticalmente entre gobiernos nacionales, estatales y locales; como horizontalmente entre distintas dependencias y sectores), con el sector privado, y con la sociedad civil suele generar mejores acciones de respuesta. La resiliencia debe de ser el producto de un esfuerzo conjunto.

• Recomendación C.2: Intervenciones estratégicas: Dar prioridad a los que tienen menos. En América Latina, el cambio climático tiene un impacto desproporcionado en comunidades vulnerables, en especial las clases urbanas de escasos recursos queocupan tierras informales, de alto riesgo, sin los servicios ni la infraestructura adecuados.

DESAFÍO D:
LA RESILIENCIA ENFRENTA RESISTENCIA
Existe algo de resistencia activa en contra de la resiliencia urbana en América Latina por lo que esta pudiera significar para el desarrollo económico de la región y para los intereses de determinados sectores que pueden verse perjudicados por las estrategias
de resiliencia a adoptar. Al final de cuentas, la resiliencia urbana se trata de un proyecto político, que resulta inevitablemente en el enfrentamiento de intereses opuestos.

• Recomendación D.1: Colaboración de actores clave. Incluir a todos y todas. La resiliencia requiere de la colaboración de todos los actores clave, no solo de aquellos que se involucran desde el inicio. Se requiere de un gran esfuerzo para identificar y después colaborar con aquellos que pudieran resistirse al cambio; pero sin una base sólida que incluya el apoyo de múltiples actores, ninguna de estas políticas durará mucho.

DESAFÍO E:
LA RESILIENCIA NO SE OBTIENE DE INMEDIATO
Las intervenciones a largo plazo, como aquellas que se requieren para lograr la resiliencia urbana, tienden a ser menos visibles y más abstractas en comparación con las prioridades de programas que representan obtener resultados más inmediatos, en particular desde el punto de vista de los gobernantes que buscan ser reelegidos. Por eso, a menudo, las políticas de resiliencia se dejan a dependencias con menor poder dentro de los gobiernos locales, relegando estas decisiones importantes hasta el final.

• Recomendación E.1: Visión a largo plazo. Intervenir en todas las escalas. Llevar a cabo estrategias de resiliencia puede ser un paquete mixto entre estrategias de gran alcance y las que funcionan de manera puntual como “acupuntura urbana”.
Las transformaciones urbanas inmediatas y a pequeña escala son tan necesarias como las transformaciones complejas de gran alcance y a largo plazo.

DESAFÍO F:
LA RESILIENCIA ES COMPLEJA
La falta de capacidad de las instituciones locales continúa siendo un obstáculo importante. Aunque busquen dejar una gran huella en las políticas de resiliencia, las autoridades locales generalmente carecen de los recursos financieros, el poder de toma de decisiones y la capacidad institucional para hacerlo.

• Recomendación F.1: Intervenciones estratégicas. Las ciudades tienen que elegir puntos estratégicos de entrada a través de los cuales puedan atender y dar respuesta a distintas vulnerabilidades al mismo tiempo.

• Recomendación F.2: Aprendizaje continuo ¡Seguir aprendiendo! Cuando algo inesperado suceda, las ciudades deben ser capaces de transformar la experiencia en conocimiento, y luego convertir ese conocimiento en nuevos planes, estrategias, políticas y protocolos. El mantenerse abierto a un proceso de aprendizaje continuo es clave para crear resiliencia a largo plazo.

A modo de conclusión, cada ciudad enfrenta sus propios retos y dificultades –que pueden ser crónicos o potenciales como la sobrepoblación– y el impacto que van a generar en el futuro para la convivencia. Ser resiliente es estar preparado para el futuro y tener la capacidad de recibir cualquier impacto y sacar provecho de él.

Uno de los casos de estudio favorito de los urbanistas para explicar la manera en la que el “urbanismo social” o la inversión en las comunidades marginadas puede transformar ciudades enteras, por ejemplo, es el del Metrocable de Medellín. Resulta impresionante cómo esta ciudad pasó de ser “la capital de asesinatos del mundo” –entre los 80’s y 90’s– a ser una de las más innovadoras del mundo. En el 2004, se instaló en Medellín la primera línea del teleférico Metrocable, diseñada no solo como un medio de transporte a través de las colinas empinadas del valle, sino también como una forma de traslado para que viajeros suburbanos, turistas e inversionistas lleguen a los barrios más pobres, anteriormente sitiados por el tráfico de drogas.

En cierta manera, el Metrocable es una herramienta de conexión para acercar comunidades aisladas con el resto de la ciudad, y una herramienta de ruptura para quebrantar el tráfico de drogas y romper los paradigmas de la planeación urbana tradicional, que tiende a invertir en áreas de estratos altos, atractivas para turistas. El Metrocable es una intervención público-privada que busca abordar varios problemas urbanos de una sola vez: movilidad, segregación socioeconómica, inseguridad pública, y falta de oportunidades económicas.

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