Smart cities / Ciudades inteligentes


Las Smart Cities ya son parte de la agenda de las principales ciudades a nivel global. Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el 2014, más del 50% de las personas vivía en ciudades, y esto se ha ido incrementando progresivamente hasta la actualidad. De hecho, se espera que para el año 2050, un 85% de la población mundial resida en ciudades.

La sobrepoblación de las grandes ciudades ha superado a cualquier política de descentralización que se intentó hacer en el pasado. Se estima que las ciudades generan el 80% de la riqueza y crecimiento económico mundial, pero a la vez se enfrentan a grandes retos globales que van desde crisis económicas (polarización de los ingresos, desempleo, inflación), tendencias demográficas (envejecimiento de la población, segregación, inmigración), hasta divisiones sociales (demandas heterogéneas, brecha digital, pobreza) y consecuencias ambientales (ineficiencia energética, gestión de residuos y contaminación).

Actualmente, Lima tiene más de 9 millones de habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Somos la quinta ciudad más poblada de Latinoamérica por debajo de Ciudad de México (22 millones), Sao Paulo (21 millones), Buenos Aires (15 millones) y Rio de Janeiro (12 millones), pero aún no hemos implementado alguna política o tecnología enfocada a mejorar la calidad de vida de estos millones de habitantes, a diferencia de Buenos Aires o Ciudad de México.

Entonces, una Smart City es una ciudad en la que la incorporación de las nuevas tecnologías permite una gestión más eficiente y sostenible de las infraestructuras y recursos, y una gobernanza participativa, con el fin de mejorar su habitabilidad y, por tanto, la calidad de vida de sus ciudadanos.

La base de todo cambio

Los gobiernos regionales y sus administraciones han sido tradicionalmente los encargados de dirigir y trabajar para el progreso y buen funcionamiento de las ciudades. Sin embargo, debido a los costos administrativos y económicos que suponen en un principio las nuevas tecnologías, son los últimos en adaptarse a ellas.

Resulta claro que los gobiernos deben ser capaces de desempeñar un rol más importante en la creación e implementación de servicios que transformen la sociedad, estableciendo una comunicación más directa y transparente a los ciudadanos y atendiendo las demandas más próximas. A este primer proceso de transformación, algunos especialistas lo llaman Smart Government y es el pilar sobre el cual se generan los cambios en una ciudad.

No se trata sólo de generar un sitio web y tener un community manager, sino de ir más allá y hacer que las nuevas tecnologías permitan, por ejemplo, dar información al ciudadano de manera eficiente, mostrar la transparencia de las gestiones municipales, involucrar más al ciudadano y permitir a la comunidad gestionar distintos tipos de trámites.

Por eso, toda Smart City debe cumplir con todas o alguna de estas características:

  1. Integración tecnológica de sus infraestructuras, suministro energético y servicios de transporte.
  2. Gestión eficiente de la economía y de los recursos materiales.
  3. Planificación urbana
  4. Accesibilidad universal y movilidad urbana sostenible.
  5. Uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).
  6. Innovación tecnológica y arquitectónica que aumenten la calidad de vida.
  7. Compromiso y respeto con el medio ambiente.
  8. Colaboración activa entre la administración pública y los ciudadanos (cohesión social).
  9. Apertura y transparencia de los datos.

Las principales Ciudades Smart

Nueva York encabeza la lista de las ciudades más inteligentes del mundo, según el último informe Cities in Motion, que elabora cada año el Centro de Globalización y Estrategia del IESE Business School. El estudio analiza parámetros como la gobernabilidad de las ciudades, su eficiencia en el transporte, planificación urbana, adaptación tecnológica, gestión pública, cuidado del medio ambiente y proyección internacional. En total, son 79 indicadores que permiten establecer una comparativa entre 180 ciudades de 80 países.

A continuación, te presentamos algunas características de las tres principales Smart Cities del mundo, así como un cuadro con las 20 primeras posiciones.

Nueva York

Esta ciudad de Estados Unidos lidera el ránking. Está entre las tres aglomeraciones urbanas más grandes y más pobladas del mundo, y es la segunda mayor concentración urbana de América del Norte, después de Ciudad de México. Nueva York es el centro económico más importante del mundo –con el más alto PBI y número de casas matrices que cotizan en bolsa– y el tercero en tecnología.

Londres

Es la capital de Inglaterra y del Reino Unido, es la mayor ciudad y área urbana de Gran Bretaña. Se destaca por ser la ciudad con mayor tasa de escuelas de negocios de primer nivel, así como de universidades. Asimismo, una elevada proporción de su población cuenta con estudios secundarios y superiores. Por esta razón, Londres ocupa el primer puesto en el indicador de Capital humano y el segundo puesto del ranking general, con altos niveles en casi todas las dimensiones del indice, sin embargo en cohesión social muestra su peor cara, ya que ocupa el puesto nº 129.

París

La capital francesa es el destino turístico más popular del mundo, con más de 42 millones de turistas extranjeros al año. París es la ciudad donde se organiza la mayor cantidad de congresos y eventos internacionales. En ella se encuentra el principal barrio de negocios de Europa que alberga la sede social de casi la mitad de las grandes empresas francesas, así como la sede de veinte de las cien empresas más grandes del mundo. Se sitúa en el tercer puesto del ránking y ocupa el primer puesto de proyección internacional. Asimismo, sobresale en capital humano, en movilidad y transporte.

¿Ranking Smart Cities? 

Este es el listado con las 20 ciudades más inteligentes del mundo, según el informe elaborado por el IESE. En este ránking, se consideran ciudades con un desempeño alto (A), aquellas con un índice (ICIM) superior a 90 y relativamente alta (RA), y aquellas con un índice entre 60 y 90.
¿Y qué hay de Latinoamérica?

Buenos Aires lidera el ránking de las ciudades más inteligentes de la región. En la escala global, se encuentra en el puesto 83; le siguen Santiago de Chile (85), Ciudad de México (87), Medellín (96) y Montevideo (99). Lima se encuentra en el puesto 12 de la región y en el 116 a nivel global. Nuestra capital ha subido 5 posiciones con respecto al 2015 a nivel global, pero aún tenemos mucho por trabajar.

Según el Gobierno de Buenos Aires, algunos de los puntos que los convierten en la ciudad latinoamericana más inteligente son su gestión en transparencia de datos, su red de conexión pública BA Wifi, sus análisis de inteligencia de mercado para fomentar el turismo y su promoción de industrias de hardware, software, e-commerce, robótica, nanotecnología y biotecnología a través del distrito tecnológico. Además, la Ciudad posee una subsecretaría dedicada en forma exclusiva al desarrollo de soluciones a través de la innovación, que depende del Ministerio de Modernización. Si bien no es comparable con ciudades como Nueva York o Tokio en tecnología, ha sabido en base a gestión abrirse paso como la ciudad más Smart de la región.

Otro importante ejemplo a destacar es Medellín. Esta ciudad colombiana ha sido catalogada en Future Cities como una de las ciudades “más inteligentes “del mundo y se ubica entre las 5 primeras en el ránking del IESE. A pesar de no contar con elevados niveles de tecnología, cuenta con elevados niveles de habitabilidad y sostenibilidad de cara al futuro.

Medellín es considerada también un gran ejemplo de transformación. A principios de los 90 era una de las ciudades con más asesinatos en el mundo, así como con las tasas más altas de desempleo y pobreza extrema, cifras en la actualidad totalmente revertidas sin ayuda de sensores o computadoras inteligentes, sino con la aplicación de una serie de reformas que buscaba generar una comunidad única. Por ejemplo, la mejora de las comunicaciones entre los barrios más pobres y el resto de la ciudad se logró con la instalación de teleféricos y escaleras mecánicas que conectaban con la red del metro. También, se legalizó de forma gradual los asentamientos ilegales (invasiones) abriendo un abanico de oportunidades de trabajo y educación para los antes excluidos.

Además de implementar programas sociales y educativos, de sostenibilidad (el jardín botánico y el cinturón verde que rodea la ciudad), se incentivó la participación ciudadana mediante las universidades que fueron usadas como laboratorios para la ciudad. Este proceso, que duró dos décadas, ha logrado consolidar a Medellín como una ciudad sostenible con grandes oportunidades de desarrollo para sus habitantes. Y a pesar de los cambios de gobierno, la ciudad continuó su política de desarrollo.

¿Cómo hacer de Lima una Smart City?

La ciudad de Lima tiene mucho potencial para desarrollarse a un mejor nivel, pero hoy más que nunca se necesita desarrollar un proceso de planificación estratégica, puesto que solo así podrán plantearse vías de innovación y priorizar los aspectos más importantes para su futuro. Tenemos excelentes ejemplos latinoamericanos, los cuales son más afines a nuestra realidad. Ciudades como Buenos Aires, Santiago o Medellín partieron desde una planificación estratégica participativa y flexible con el objetivo de tener ciudades más justas (no necesariamente más tecnológicas), donde el bienestar de la comunidad sea el eje principal.

En la actualidad, las municipalidades en Lima atraviesan grandes dificultades – incluso para entregar infraestructuras básicas como una vereda accesible, por ejemplo–, pero con un plan estratégico a largo plazo, con la participación de la empresa privada y con una población que conoce los problemas que afronta la ciudad, se pueden lograr cambios significativos.

Luego de consolidar estos aspectos, podríamos hablar de una Smart Grid o red de energía inteligente a nivel público. Y a nivel privado, lo encontramos en edificios corporativos o de vivienda como una iniciativa particular que permite significativos ahorros operativos para los usuarios.

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